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martes, 15 de julio de 2014

Un poco de historia sobre Vapor Cué.

Sabiendo Caxias que seis vapores paraguayos estaban refugiados en l río Yhaguy, ordenó al Barón del Pasaje que fuese a apoderarse de ellos, partiendo de Asunción el 5 de enero con el acorazadoBahía, los monitores Pará, Alagoas, Piauhy, Ceará y Santa Catharina, y las cañoneras Yvahy y Mearim. Esta expedición remontó el río Manduvirá, pero no pudo dar caza a nuestra escuadra, porque encontró un serio obstáculo en la boca del Yhaguy: los paraguayos habían hundido allí a uno de sus vapores, elParaguarí, interceptando el canal.
El 9 estaba de vuelta en nuestro puerto el Barón del Pasaje.
[…] Así las cosas, volvió a pensarse en tomar la escuadrilla paraguaya refugiada en el arroyo Yhaguy organizándose, a mediados de abril, una nueva expedición, compuesta de los monitores Piahuy, Ceará, Santa Catharina y dos lanchas a vapor, a las órdenes del capitán de fragata Gerónimo Francisco González. Esta expedición, como la anterior, remontó el Manduvirá, pero no pudo llegar hasta nuestros vapores, por falta de agua. El mariscal López, al saber que los monitores enemigos estaban frente aCaraguatay, ordenó al capitán Romualdo Núñez que, con su batallón de marinos, marchase inmediatamente, a incorporarse al regimiento del mayor Montiel, que recorría la costa del Manduvirá, para tratar de cortar la retirada a los brasileños, interceptando la corriente con grandes obstáculos acumulados frente al Paso Garayo. Tanto Montiel como Núñez hicieron los mayores esfuerzos, arrojando al canal grandes trozos de madera y carretas cargadas de piedra; pero todo fue inútil porque una lluvia prolongada, que cayó en esos días, se encargó de levantar el nivel del río, dando paso al enemigo. Cuando los paraguayos vieron frustrados sus sacrificios, intentaron un loco abordaje, lanzándose a nado sobre los buques imperiales, pereciendo casi todos, fulminados por la metralla, antes de llegar hasta ellos.
Las naves brasileñas bajaron ilesas a Asunción, y allá quedaron definitivamente aquellos últimos restos de nuestra gloriosa escuadrilla. [O’Leary, op. cit.]
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En abril, tuvo conocimiento [el Mariscal] que tres monitores brasileños arribaron el Yhaguy, hasta frente a Caraguatay, y me despachó con mi batallón para interceptarles el paso en su descenso.
Marchamos hasta aquél punto, preguntando a los vecinos el pareje más accesible de dicho río, y todos nos desengañaban al decirnos que no conocían, por la circunstancia de que el río, estaba muy crecido y había salido de su cauce normal, más de una legua.
Fui a la compañía Alfonso, acampando allí mi gente y envié al alférez Pablo Pino, con diez de tropa, muy buenos nadadores y de entera confianza, a explorar el canal del río, portando hachas y maromas.
Luego de esta descubierta, retornaron dándome parte de las condiciones en que se encontraba el canal, en todo su curso, confirmando las penosas noticias anteriores.
Mientras cavildaba en lo de hacer, recibí orden del Mariscal de que transpusiese el río en un punto llamado Garayo, donde se hallaba el mayor Montiel, de caballería, con idénticas instrucciones a las mías.
Exploré el lugar, hallando en la orilla del río un correzuelo con piedras movedizas, que con facilidad, podrían ser echadas para interceptar el paso de los monitores.
Mas Montiel, en vez de acudir a este procedimiento fácil, recurre a las carretas de los vecinos y las hecha en el canal, que era angosto, creyendo conjurar así, el paso de las naves enemigas, dando cuenta al Mariscal de que yo nada hacía y que los encorazados “estaban ya encerrados”.
En esas arribó una lanchita a vapor hasta los monitores, a la que intentaron capturarla con canoas. El tiro resultó al revés. El enemigo copó al alférez Victoriano Escato, al teniente Ángel Fernández y al sargento Martínez, dando aviso a los monitores, los que bajaron inmediatamente, fondeando frente a Garayo, lanzando bombas y metrallas sobre nuestras fuerzas, consiguiendo herir y matar a varios, y, levantaron con aparejo algunas carretas de las sumergidas en el canal, y lo dejaron expedito.
Cuando iniciaron el cañoneo, yo y mi segundo, el teniente González, estábamos marchando como a media legua del lugar, rumbo a Azcurra, acompañados de un edecán del Mariscal.
Una vez en ésta, nos pusieron incomunicados [Capitán de fragata Romualdo Núñez, Memorias Militares]
Buque hundido en el río Yhaguy, fotografía del acervo de la Biblioteca Nacional de Montevideo, de autor anónimo y de fecha posterior a la guerra (entre 1908-1911), sirvió para ilustrar la obra de Juan E. O’Leary “La Guerra de la Triple Alianza” (Álbum Gráfico de la República del Paraguay, publicado bajo la dirección de Arsenio López Decoud, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Compañía de Fósforos, 1911).

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