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domingo, 31 de agosto de 2014

Dr. Carlos Federico Abente - 100 años de un filántropo.




 Son muchas las cualidades positivas que se pueden tomar en cuenta a la hora de escribir sobre el Dr. Carlos Federico Abente; mi intención con estas líneas no es hacer  una descripción sobre su larga y vasta trayectoria como médico o poeta sino simplemente  hacer una reflexión sobre las enseñanzas de vida que desde mi óptica personal, han reflejado a lo largo de su camino como ser humano. El Dr. Abente es un filántropo y esa condición lo ha llevado a darnos ejemplos de solidaridad hacia sus semejantes, de entereza, y grandes gestos de amor hacía el género humano.

Partiendo desde esos gestos que parecen simples, como el hecho de haber tenido siempre la predisposición de abrir la puerta de su casa y recibir  a muchas personas que iban allí por diferentes razones y  entre ellos a muchos paraguayos que encontraron un refugio en situaciones adversas como es el caso de José Asunción Flores y muchos otros, él les brindó además su aliento y los acompañó para que pudieran desenvolverse y así continuar cada uno con su labor ya sea artística o no. El Paraguay, por decirlo de alguna forma, en ese entonces “expulsaba” a sus hijos ya sea por cuestiones políticas o de otra índole y el Dr. Abente los recibía, seguramente con esa frase que él acostumbraba: “Mi casa es la casa de todos los paraguayos”. Esa misma frase me la dijo en el año 2008 cuando fui a conocerlo. Eso refleja que a pesar de los años y de encontrarnos en un contexto político y social diferentes, él siempre mantuvo esa decisión de brindarse por completo sin vacilaciones y recibir a quien llamaba a su puerta con los brazos abiertos, con su corazón abierto. Como decía su amigo Sila Godoy, el Dr. Abente cumple cabalmente con la premisa existencial de ser en el mundo con los otros.  Por eso seguramente también a Augusto Roa Bastos le inspiró estas  palabras:
“Caballero querido, camarada,
porque me das la música y el eco…
y eres el agua por mi cauce seco,
dándome todo sin yo darte nada”;

“yo te conozco en todos los amigos,
porque el color de tu amistad les diste,
y en todos ellos tu presencia existe
como el color del sol sobre los trigos”.

Otra de sus características es la modestia y humildad, su frase muy conocida a la hora de referirse a sus obras poéticas es: “Yo no soy poeta, sólo escribo mensajes”. Escucharlo decir esto, conociendo la calidad y la maestría de su técnica de lenguaje en la poesía, le permite a uno llegar a comprender que es poeta no porque él lo diga, sino porque la misma poesía que escribe lo afirma y lo ratifica y se cumple el dicho que reza: “Es posible conocer el valor y el mérito de las personas a través de sus obras”.
La constancia y la perseverancia son dos cualidades que se ven reflejadas en la vida del Dr. Abente, a quien le ha tocado luchar por sus sueños, superarse y tener una vida plena.  Ejemplo de esto es estudiar y recibirse de médico en su juventud o fundar una asociación para proponer a las autoridades del Paraguay la declaración del día de la guarania a  pesar de su edad avanzada.
Los versos de Ñemity constituyen una gran metáfora y resumen en gran medida el pensamiento filosófico del Dr. Abente. En ellos se invita al hombre o al campesino a cultivar la tierra, esa tierra puede ser  una persona, una familia, una comunidad, un país, un mundo donde podemos sembrar semillas de amor, de fraternidad, de virtudes que enaltezcan la vida humana, que lleven hacia  la felicidad o como dice los mismos versos donde florezca el ideal, que haya el día de la redención, que renazca en la tierra el amor.
Son muchas las enseñanzas que podemos enumerar analizando la vida y las obras de Carlos Federico Abente y tomar como ejemplo para nuestras vidas algunas de esas enseñanzas sería el mejor homenaje a él.
Froilán Velázquez.

Bs. As. 31 de agosto de 2014

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