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martes, 7 de junio de 2011

Quemil Yambay.


Aún casi adolescente, Quemil Yambay inicia la aventura de conocer el mundo a través de la música. En 1959 se acopla a los obreros constructores del Puente de la Amistad, obra que después uniría físicamente al Paraguay con el Brasil; ahí empieza a poner en evidencia su arte musical que lo llevaría a tener el extraordinario suceso que conserva hasta hoy. El que más tarde fue fundador de Los Alfonsinos y autor de composiciones  tan famosas como Moköi Guyra´i, Lidia Mariana y tantas otras, no  se habrá imaginado jamás que de aquellas primeras presentaciones en reuniones de amigos o en casa de algún familiar, donde empezaron a brindarle los primeros aplausos, el éxito lo llevaría a actuar como los de San Lorenzo de Almagro, Huracán o el Luna Park, en Buenos Aires y otros escenarios del mundo.
Este  renombrado autor, compositor e intérprete de la guitarra nació el 10 de marzo de 1938 en el lugar denominado Tupaorã, jurisdicción de Caraguatay. Hoy distrito de Santa Elena. Hijo de Jalil Yambay, un sirio libanés que llegó el Paraguay en aras de forjarse un mejor porvenir, y Marina de la Paz Rodríguez, el niño Quemil pasó gran parte de su infancia en el pueblo de Alfonso Tranquera, lugar que inspiraría más adelante el nombre de Los Alfonsinos, su primer grupo musical y a interpretar la canción de autor anónimo Alfonso Loma, que sería el trampolín que lo impulsó al extraordinario éxito que lo acompaña hasta la fecha.
En su biografía, que está siendo redactada por Lionel Ortiz Bareiro, Quemil Yambay expresa lo siguiente: ”Nadie olvida los días que se fueron cuando ellos descansan las horas gratas de nuestra existencia. Puedo afirmar que aún veo los años de mi escuela donde aprendí las letras, puedo manifestar que no he olvidado el nombre de mi maestra de primeros grados –Isabel Caballero-, su imagen, su recuerdo y su bondad, aún conservo hasta entonces”.
SUS INICIOS
En su afán de contribuir en algo con la modesta economía familiar, Quemil, a los 16 años, luego de mucho insistir convenció a sus padres para que lo dejaran viajar a otros puntos del país, donde podía mostrar el arte que le haría conseguir algunos ingresos que seguro serían de gran utilidad para sus esforzados padres.
Con su guitarra a cuestas y teniendo como compañero de aventuras a Francisco, el arpista, y Marcos, hijos de Eulalio Iglesias, compositor, autor de la famosa canción Vapor Cué, se lanza a la aventura de conquistar escenarios, viajando a recónditos lugares de nuestro país.
En 1959 empezó la construcción del Puente de la Amistad, una monumental construcción que demandó de manos de obra y que atrajo a numerosos compatriotas a enrolarse en dicha tarea, como magnífica oportunidad de ganarse un buen dinero en un trabajo relativamente estable. Quemil Yambay fue uno de ellos y supo aprovechar el conglomerado de gente para poner de manifiesto su talento, tanto para la interpretación musical como para la imitación, los cuales hacían delirar a su improvisado auditorio.
Con sus compañeros músicos posteriormente se trasladaron a Itakyry, un alejado lugar del Alto Paraná, donde residía una tía suya y cuyos habitantes se dedicaban al obraje y la agricultura y a quienes acompañó por un tiempo con su  música, logrando gran suceso, en especial con sus interpretaciones de Ko´ápe che avy´ave, de Emiliano R. Fernández, y Pyhare Amanguýpe, del mismo autor, en donde el cantante hacía verdaderas proezas como imitando aves, fieras y otras manifestaciones naturales.
LOS ALFONSINOS
Uno de los grupos de mayor trascendencia y popularidad en la historia de nuestra música popular sin lugar a dudas fue Los Alfonsinos, porque habían impuesto un nuevo estilo, el Purahéi Jahe´o El conjunto fue creado a principios de los año sesenta, cuando jóvenes músicos como Quemil Yambay, Pablo Barrios –con quien formaba el dúo- y el arpista Ireneo Rotela Martínez, oriundo de Mbokajaty del Yhaguy, decidieron conformar  una agrupación musical para lanzarse profesionalmente a la carrera de la interpretación.
Una vez conformado el trío y en oportunidad de trasladarse, a pie, desde Mbokajaty del Yhaguy a Santa Elena, barajaron los nombres que debería llevar el conjunto, para que sus presentaciones en vivo pudieran ser promocionadas, Pablo Barrios sugirió Los Caminantes, por las circunstancias del momento, y Quemil Yambay el de Los Alfonsinos, por el origen de los músicos. Durante todo el trayecto que los llevó llegar a destino no pudieron ponerse de acuerdo con cuál de los nombres bautizaría al grupo, pues cada uno consideraba adecuado el nombre sugerido.
La discusión se prolongó hasta que llegaron al puente construido sobre el río Yhaguy y ahí lograron ponerse de acuerdo en algo: llevar la cuestión a un sorteo, dejando que el azar decidiese si el conjunto se llamaría Los Caminantes o Los Alfonsinos. Utilizaron como elemento para el sorteo una caja de fósforo de la marca Fuego, la lanzaron al aire y al quedar la caja en el piso, mostrando la imagen de la bandera, figura que había elegido Quemil, prevaleció su postura y el grupo quedó bautizado con el nombre de Los Alfonsinos, según nos relata Ortiz Bareiro en la biografía que prepara sobre el músico.
Posteriormente se unirían al grupo Gregorio Martínez, Cirilo Ortega, Francisco Iglesias. El arpista Alfonso González, oriundo de Eusebio Ayala, integró el grupo posteriormente y sumó su talento de malabarista del arpa, para que el grupo consolidara su posición de liderazgo en las grandes fiestas patronales del interior, las multitudinarias presentaciones en la capital argentina y la grabación de numerosos discos, con obras de su autoría y para quien Quemil Yambay tiene los mejores recuerdos y cariño. Estuvo con Los Alfonsinos 3 años, retirándose para formar su propio conjunto con el nombre de Los Auténticos Alfonsinos y estando en este menester, le sorprendió la muerte.
SUS LOGROS Y OBRAS
Hasta hoy, el conjunto Los Alfonsinos liderados por Quemil Yambay realiza unas 200 presentaciones al año y ya lleva grabados más de 30 discos, iniciando esta actividad con el sello Cerro Corá, de la mano de don Pedro Román, también compositor y propietario de la gran casa
discográfica.
En 1978 y 1992 obtuvo discos de oro por el alto índice de venta de sus materiales discográficos y es número puesto, desde hace asi cuarenta años, en los grandes eventos bailables realizados para los paraguayos residentes en Buenos Aires, además de las presentaciones por todas las localidades de la República del Paraguay.
Un problema degenerativo congénito que había adquirido de joven en los órganos visuales le ha dejado completamente ciego desde hace mucho tiempo, pero su buen humor, calidad humana y gran predisposición para la alegría no lo abandonan y se reflejan en sus actuaciones y grabaciones, donde llega a imitar, único en su género, a casi 100 especies de animales y manifestaciones de la naturaleza, transmitiendo siempre la más plena alegría en cada una de sus presentaciones.
“En los últimos años fue requerida su participación en campañas publicitarias de diferentes partidos politicos y empresas comerciales, debido a su gran popularidad y simpatía”, escribe sobre Yambay el maestro Luis Szarán en su Diccionario de la Música en el Paraguay.
Numerosas son las obras escritas por este singular intérprete, cantautor e imitador; entre ellas podemos citar: Moköi Guyra´i, Lidia Mariana, Ro Hejáta che Morena, Función Hápe, Rohayhúgui Ñequita, Ajupíta de Presidente, Cinco Años Ajegusta, Ipirevai la Patrona, A mi Pueblito y otras.
 (x) Cortesía del diario ABC COLOR (Asunción, Paraguay). Esta biografía forma parte de los fascículos: Sonidos de mi Tierra, auspiciado por dicho diario.

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